mayelicia

Hoy seguí al conejo de cola plateada y orejas nacaradas, me retaba a alcanzarlo. Corrí y corri, cuando me cansé volé un rato y cuando vi que todo era de noche me detuve. Había llegado a la luna, y el conejo ahora era el mentado hombre en la luna que escucha pacientemente lo que las niñas de cabello chino le cuentan. Me dio la pata para ayudarme a subir un gran escalón pero resvalé y no le importó =( siguió saltando su camino.
Caí en el fondo de un cráter lleno de polvo lunar. Si los demás hombres de la luna me descubrían tal vez me podrían disecar!!! una alienígena no estaba segura en ese cráter, así que trepé para salir y me escondí atrás de la pelusa del ombligo de la luna... si permanecía más tiempo en ese lugar terminaría convirtiéndome en una fiel lunática a merced de los caprichos de los conejos de cola plateada.
Pasé demasiado tiempo ahí.
El viento lunar hizo su trabajo con las piedras lunares que golpearon mi ahora lunar cabeza y los eclipses en mi piel brillaron por sí solos.
Vi pasar unos ojos lunáticos arrancados de la marea, ojos curiosos que sin tener boca sonríen y sin ser gatos ronronean.
Debo confesar que tuve la culpa... los miré demasiado, pero no me arrepiento porque ahora, cuando cierro los ojos están ahí, mirándome con curiosidad y sonriéndo como el conejo que me llevó a la luna.

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