Goteras

Al abrir la puerta descansó mi nervio paranoico. La noche era ideal para un asalto, lluvia, pocos transeúntes, ningún policía y un hombre sapo. EL hombre sapo me había mirado fijamente, yo seguí bajando las escaleras con el ritmo de mis latidos cada vez más presurosos y la vida no paraba, así como no paraban los profundos ojos del gato viejo que me aguardaba en la escalera, cómplice de la orca que descansaba en el sillón. Su mensaje era claro, no importaría a donde fuera, siempre me seguiría mi sombra. Una sombra nada divertida ante los divertidos, no platicadora ante los grandes conversadores, nada intelectual para los intelectuales y nada delgada entre las otras sombras que casi se desvanecían por las luces de alrededor. La sombra estaba algo débil y harta de las luces duras que la pronunciaban con un gorrito de fiesta doblado y mojado. La sombra tenía migraña de los giros de desesperación de las sombras moribundas, mi sombra era una de ellas. Cuando dejas atrás una parte de ti, mueres un poco, y mi sombra estaba muriendo.

Vive la difference!

fricción->diferencia ; movimiento->vida

La fricción de momentos pasados había abierto varias puertas, fintas, amagos, burlar al enemigo y de pronto recordé a un viejo gritando mi nombre esperando forjar un bruto cristal en bruto. "Adiós" es la palabra que vuelve a mi mente y a mis oídos "tal vez".

9:51 y he conseguido la llave.

Una vez más estoy en el limbo, muy bien acomodada, con una almohada de peluche y equipaje que pretende ser ligero mas no lo es. Mis manos han cambiado la ligereza por líneas que llevan a cuestas historias, promesas, dolor y esperanza. Hoy, quiero desvestirlas un segundo, dejar que descansen del viaje, recordarles que están en un lugar que no lo es, que sólo es el paso para llegar a las promesas.

Adentro sigue lloviendo.

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