Puente

Con el sol a cuestas y en la cúspide de una rebanada de pirámide urbana, sentía la brisa matutina que despertaba una a una las palmeras de los brazos. Nada de lo que dijo el viejo habría tenido sentido sin sus últimas palabras. Los locos son los que menos saben de sutilezas y así se desató el huracán: rayos y rayos, viento deseoso de arrasar con todo, vacas volando, burros casi ahorcados, gatos perdidos y una que otra raíz que se aferra a la tierra; pero todo es inútil y más cuando el huracán viene así de seco, porque no hay agua que amortigüe le caída de las cosas pero tampoco hay muertos, sólo zarandeados. Y a la hora de revisar los daños y antes de terminar de cruzar periférico termina la canción. Un hombre pide monedas y me recuerda la cuenta regresiva para la próxima quincena.

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