Sangre Azul

Los constructores de la realidad

La verdad absoluta, la realidad, es el compendio de toda la experimentación del cosmos en cada una de las conciencias.

Mientras no seamos sensibles a escuchar la letra del canto de las esferas y sólo nos hallemos tarareando mecánicamente la melodía que dicta el orden de nuestra percepción, seguiremos encarcelados en una fracción de visión y entendimiento.

Sólo puedes sentirte libre después de haberte sentido encarcelado, así, el velo de Maya funge como la fricción, aparentemente inicial dentro de nuestra experiencia, y permite que nuestra energía se manifieste de acuerdo a la ley del péndulo, para que experimentemos cada uno de los grados del termómetro que marca el camino entre dos opuestos; mismos, que son una misma cosa pero en cantidades diferentes.

Por lo tanto, la realidad, al ser un ejercicio de percepción, sus diferentes grados de verdad nos permite discernir entre ella misma y lo que llamamos mentira. Sin embargo ambas no dejan de ser la misma cosa.

Y siendo la única fuerza y razón de todos el movimiento la atracción, la verdad absoluta podría llamarse "Suma". Es aquí cuando caigo en cuenta de que el verbo, la adición es la única constante en cada una de las innumerables operaciones matemáticas del cosmos y éstas, sin importar su naturaleza van a tender al infinito, sin importar si esa operación se hace sólo una vez, ya que serán sólo una vez para nuestra percepción, pero tomemos en cuenta los universos paralelos y los personales.

Recordando la frase de nuestros favoritos inconscientemente sabios maestros de la infancia "Lo que vale es el procedimiento, no tanto el resultado", es el verbo, la adición la clave de la realidad, no lo que vemos. Y tal vez, el día que logremos comer del árbol de la vida, lo que experimentemos sea la suma de cada una de las experiencias de la totalidad de las conciencias, como el budismo dicta: la mayor sabiduría es la compasión, entendida como el ponerte en los zapatos del otro y como un ejercicio de amor, siempre en pro de la cohesión, nunca de la división.

Gracias a la ceguera, un ciego tiene ojos en el resto de su cuerpo.

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