Había una vez...
Había una vez, en Letralandia, una jóven pareja de letras, la S y la C, lamentablemente pertenecían a la misma familia, por lo cual su amor era prohibido.
Una noche, cansados de esconder su amor, decidieron cruzar el portal de los paréntesis y salir a dar un paseo al bosque de las letras. Esa noche se dio el momento más romántico de todas sus letriles vidas: la O llena en el cielo, luciérnagas de caps lock brillando suspendidas en el aire, asteriscos tímidamente asomándose de entre las nubes y tildes caricias que pasaban con el viento.
9 meses después y ante las críticas chismosas y desaprobatorias de toda la familia e incluso del pueblo entero, nació el fruto de su amor prohibido.
El pequeño bebé había salido toditito a su padre, pero con la mirada de su madre.
Bueno, ellos lo querían ver así.
Otros comentaban aterrados: ¡Oh! ¡Su hijo nació con cola de cochino!
Una noche, cansados de esconder su amor, decidieron cruzar el portal de los paréntesis y salir a dar un paseo al bosque de las letras. Esa noche se dio el momento más romántico de todas sus letriles vidas: la O llena en el cielo, luciérnagas de caps lock brillando suspendidas en el aire, asteriscos tímidamente asomándose de entre las nubes y tildes caricias que pasaban con el viento.
9 meses después y ante las críticas chismosas y desaprobatorias de toda la familia e incluso del pueblo entero, nació el fruto de su amor prohibido.
El pequeño bebé había salido toditito a su padre, pero con la mirada de su madre.
Bueno, ellos lo querían ver así.
Otros comentaban aterrados: ¡Oh! ¡Su hijo nació con cola de cochino!
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