Gessell

Muerte en GRUPO.

Otra pestaña cayó de su cuna.

La tarde cambió el olor a kiwi por una brisa sudorosa de metro. Una vez más estaba ahí, caminando por las venas de los cancerosos pulmones de la ciudad, justo diez minutos después de haber presenciado y participado en autopsias de entes sociales moribundos, mientras tomaba te negro light. Luego vino la rapiña. Como hienas jadeantes arrancamos la carne de esas muertas, lamimos huesos, escupimos pedazos de piel y reímos idiotas ante los gritos sordos de los ojos vidriosos de aquellas muertas para terminar aplaudiendo como focas sobre el castillo de arena construido de historias pasadas. Nivel D les llamaban a esos zombies con la vagina fundida a la barriga, que salieron caminando a casa después de la sesión. Gesell se retorcía en su tumba por haber bautizado ese instrumento.

Las luces se prendieron.

Ahora ya se lo que quieres.

Ahora te lo daré y por ello pagarás cualquier precio.

No, tu alma no me interesa, lo que quiero es tu dinero.

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